sexta-feira, 28 de dezembro de 2018

Enrique Vila-Matas, "Doutor Pasavento", Editorial Teorema, 2005 (III)

(p.284)
«Escribir para desaparecer, para ausentarse. Se ha acumulado en esta tierra patagona tanta belleza que hasta carece de sentido apreciarla. Pero, eso sí, a veces no puedo evitarlo y caigo rendido de admiración ante la bondad de cualquier cosa ínfima. Una brizna de hierba al atardecer, por ejemplo. O bien ante la belleza de algo descomunal. Una explanada verde y llana, con sus tres mil cabezas de ganado de color negro pastando diseminadas por ella, por ejemplo.
Desaparecer y ausentarse al escribir y escribir para ausentarse. (...)»

Depois de muito tempo ausente em casa, também quando saio me comovo, mais com o que vejo e com o que cheiro do que com o que oiço, saboreio ou sinto.


(p.303)
«(...) He anotado una de esas canciones, una canción que me intriga, porque no la entiendo ni la entenderé nunca, lo cual me satisface mucho, porque pueden haber cambiado, en los últimos meses, muchos aspectos de mi personalidad, pero sigo siendo el mismo que se quedaba maravillado ante algo que simplemente no entendía pero que le fascinaba, seguramente por eso, por no entenderlo: "Días de barro y sol / En la roca de Cantarel. / Su boca es de hiel / Entre hilos de Li Astol."»

A mim, fascina-me o que não entendo, mas que sinto que estou prestes a compreender.


(p.312)
«(...) Chéjov [Tchékhov]: "No hay manera de entender por qué Dios concede belleza, afabilidad, tristes y dulces ojos a personas débiles, desdichadas e inútiles, y por qué son tan atractivas."»


(p. 326)
«(...) Si lo pensamos bien —nos dice Philip Roth—, veremos que en todas sus novelas Kafka traza la siguiente crónica: alguien es educado para aceptar que todo aquello que le parece absolutamente injusto y fuera de lugar (además de ridículo y muy por debajo de su dignidad) es de hecho lo que realmente le está sucediendo. Dicho de otro modo, esto que está tan por debajo de nuestra dignidad resulta ser nuestro destino.»

... nomeadamente a velhice.


(p.330)
«Recuerdo que, mientras me dirigía hacia la casa —Humbol me esperaba a las cinco en punto y había exigido que la visita tuviera sólo una hora de duración—, iba preguntándome qué podía decirle yo al escritor consagrado en cuanto estuviera ante él, (...)»

Hipóteses minhas: Se pudesse falar(-me) de qualquer coisa, de que é que gostaria de falar?


«"(...), pero en realidad siempre quise ser escritor para explicar que, aunque no entendamos nada, la literatura le da sentido a todo."»

Por isso, em todos estes anos, desde os primeiros de solidão, eu não tenho parado de ler.


(p.340)
«Me dije que, pensaran lo que pensaran los demás, para mí se hacía cada vez más evidente que había en el mundo una red de coincidencias que no eran casualidades, sino que más bien llevaban a la sospecha de que en alguna parte había una relación que de cuando en cuando centelleaba entre un tejido ajado.»

Coincidências...


(p.341/2)
«(...)Y para que me fijara más en esto, me leyó, ya en plena calle, un pequeño fragmento
de Boye, hecho de fogonazos:
"Trato de dormir pero pienso en mis trajes, doblados en la maleta, que se estarán arrugando.
La cama se calienta. No muevo los pies para no arañar las sábanas pues eso es algo que me produce escalofríos.
Compruebo que la oreja sobre la que estoy apoyado esté bien extendida, que no esté doblada.
¡Las orejas separadas son tan feas!"
El doctor Humbol sonrió y, con cierta solemnidad irónica (sobre todo cuando me llamaba reiteradamente doctor Pynchon), pasó a recomendarme que no me olvidara de esa sublime forma de escribir a fogonazos. «Usted, doctor Pynchon, escritor de enigmática existencia, puede probar a hacer lo mismo», concluyó. Y luego, dándome la espalda, entró en la casa. Se oyó, bien sonoro, el portazo.»

Escrever por flashes? Parece interessante...


(p.354)
«SEGUNDA TENTATIVA SUICIDA
A veces pienso que, de no haber tenido el suficiente coraje para llevar a cabo mi deseo de desaparecer como escritor y romper con todo, siempre me habría quedado la consoladora posibilidad de llevar a cabo ese deseo escribiéndolo, siempre habría podido utilizar el poder que brinda la escritura de ficción para, aunque fuera sólo sobre el papel, convertirme en la persona que en la vida real no me atrevía a ser. Pero, por suerte, he tenido ese coraje y no ha sido necesario recurrir a la ficción. Yo creo que el coraje me lo ha dado mi propia timidez. Recuerdo ahora una frase de Walser en Jakob von Gunten: «La timidez nos vuelve siempre medio locos.»


(p.394)
«"Nuestro sentido del yo", me ha dicho entonces Ingravallo, "está formado por el inacabable monólogo, las conversaciones que mantenemos con nosotros mismos y que duran toda la vida." Se ha producido un largo silencio, yo tenía puestos mis ojos en los leños ardientes, y los de Ingravallo parecían situados en el mundo de lo invisible. "Y todo esto", le he dicho finalmente, "sucede en la más absoluta soledad. Porque es imposible, por ejemplo, saber lo que están pensando las otras personas. Del otro sólo podemos ver su exterior, y eso cuando lo podemos ver. Del otro sólo podemos escuchar sus palabras, pero no podemos ver los pensamientos, ¿verdad?" Otro largo silencio hasta que Ingravallo me ha dicho que, por muy lejos que uno se encuentre en un sentido físico (aunque esté en una isla desierta o encerrado en una celda solitaria), descubre que está habitado por otros. "Paradojas de la soledad. Cuanto más solos estamos, menos nos encontramos a nosotros mismos y en cambio encontramos al mundo", ha dicho. Y ha seguido una larga pausa.(...)»


(p.395)
«(...) Peter Handke llegó a la conclusión de que Bove era grande. "Y entiendo por grande saber ceder su lugar al otro", explicó en su momento Handke. De pronto, me he preguntado si no era ésta una de las mejores cualidades de Ingravallo. No ser visto le permite más que a nadie ceder el lugar al otro.»

Enrique Vila-Matas, "Doutor Pasavento", Editorial Teorema, 2005 (II)

(p.224)
«(...) : "Un negro tiene la piel negra bajo todas las circunstancias, pero sólo bajo ciertas condiciones socioeconómicas es un esclavo. Un hombre puede atascarse bajo todas las circunstancias, descubrir que se ha perdido, y tener que dar la vuelta y regresar un largo trecho para encontrarse de nuevo. Sólo bajo ciertas circunstancias socioeconómicas sufrirá esquizofrenia."»


(p.225)
«(...) No sé si debería hablar de esa cena irrelevante, pero la verdad es que hoy no me apetece contar nada que sea trascendente. En realidad hoy no tengo ganas de contar nada. Pero a esa inapetencia la temo enormemente, pues no olvido fácilmente la frase de Kafka que en los últimos tiempos he tenido siempre en cuenta y que me ha ayudado a no caer en la demencia absoluta: «Un escritor que no escribe es, de hecho, un monstruo merodeando la locura.» Hoy la verdad es que no tengo las menores ganas de escribir, pero, a pesar de todo esto, también hoy escribiré, aunque lo haré levemente sobre esa cena intrascendente, (...)»


(p.228)
«(...) Walser jamás estuvo loco. Se le diagnosticó esquizofrenia y a él, en cierto modo, ya le fue bien ese dictamen, pues, como le dijo a su amigo Seelig, quería disfrutar de los años póstumos: «Son pocos los que saben disfrutar de su vejez, cuando puede ser tan satisfactoria. Está comprobado que el mundo aspira a volver siempre a las cosas sencillas, elementales. Por sano instinto, uno se resiste a que lo excepcional, lo extraño, se haga dominante. La inquieta codicia hacia el otro sexo se ha extinguido, y ya sólo se aspira al consuelo de la naturaleza y a las cosas concretas y hermosas que están al alcance de todo el que las anhela. Por fin ha desaparecido la vanidad, y uno se solaza en la gran calma de la vejez igual que bajo un suave sol.»


(p.248)
«(...) cuando el joven egipcio me tendió lánguidamente la mano. Se la estreché con firmeza, como si quisiera ayudarle a saber lo que era tener carácter, aunque no estaba muy seguro de que tuviera yo ese carácter.(...)»

«"(...) Lo penoso del éxito es que siempre se le quita a otro. Sólo pueden gozar de él los inconscientes, las mentes obtusas que no entienden que entre los frustrados siempre hay seres superiores a ellos."»


(p.249)
«"(...) Me interesa el factor Walser. Da igual si él fue como quiero verle yo. El hecho es que él, aparte de ser un maestro en el arte de la desaparición, da la impresión de haber sabido ver antes que muchos hacia dónde evolucionaría la distancia entre Estado e individuo, máquina de poder y persona. ¿Me sigue usted? Me gustan en Walser su ironía secreta y su prematura intuición de que la estupidez iba a ir avanzando ya imparable en el mundo occidental. En este sentido yo creo que él, tal vez sin saberlo, dio un paso más, facilitó a Kafka la descripción del núcleo del problema, que no es otro que la situación de absoluta imposibilidad del individuo frente a la máquina devastadora del poder. ¿Me sigue usted? Me gusta en Walser, por otra parte, su heroico afán de librarse de la conciencia, de Dios, del pensamiento, de él mismo."»


(p.254)
«(...) me confirmó que los otros nos obligan siempre a ser como ellos nos ven o como quieren vernos. En este sentido, la presencia o compañía de los otros es perniciosa, reprime la plena libertad de la que deberíamos disponer para construirnos una personalidad e identidad adecuadas a nuestra forma de vernos a nosotros mismos. Pensar que somos lo que creemos ser es una de las formas de la felicidad. Pero ahí están siempre los otros para vernos de otra manera e impedirnos la construcción de nuestra ilusa felicidad y de paso la construcción de nuestra personalidad favorita, personalidad muchas veces más compleja, por cierto, que la de un personaje de ficción. (...) Pero me quedé algo afectado al ver lo difícil que a veces eran las cosas. Me resultaba imposible no pensar en mi voluntad, todavía reciente pero ya firme, de ser yo mismo a pesar de saber que eran siempre los demás quienes nos creaban. «No sé quién soy, pero sufro cuando me deforman», recordé que decía a menudo un colega del hospital psiquiátrico de Manhattan.»

Por isso, escrever é uma forma de nos criarmos a nós próprios sem a tirania dos outros. Porque quando escrevemos não temos de ouvir os outros. Nem de resistir à nossa tendência natural para nos conformarmos àquilo que pensamos que os outros esperam de nós. Às vezes, penso que me descubro a mim mesmo ao escrever mas, na realidade, descubro-me ou crio-me? Ou ambas as coisas?


(p.256)
«(...) Tal vez me encontraba de nuevo ante una de aquellas señales misteriosas que no sabía yo si estaban dándome una oportunidad para ser dueño de mi vida o, por el contrario, sin contar conmigo, buscaban reforzar mi destino con los naipes marcados.»

É este o problema das coincidências (v. Depak Chopra, para quem isto não é um problema: "The Spontaneous Fulfillment of Desire: Harnessing the Infinite Power of Coincidence" (2004) ou "Synchrodestiny : Harnessing the Infinite Power of Coincidence to Create Miracles" (2005).


(p.258)
«(...) Teniendo como objetivo el camino inverso (el de recuperar su invisibilidad) algunos escritores, como creo que es mi caso en estos momentos, emprenden la dificultosa tarea de ir creando una escritura secreta al tiempo que van organizando silenciosamente las condiciones de su desaparición, esas que habrán de permitirles un día desarmar esa visibilidad que sienten que cada vez les corroe más, pues socava gravemente su relación con la dignidad y lucidez del silencio.»


(p.259)
«(...) El doctor Ingravallo acaba de decirme hace unos instantes que le parece paradójico que ame la desaparición de cualquier intención en mis escritos y al mismo tiempo no cese de contar que he elegido la desaparición como motivo central de lo que escribo. (...) pues algunas de esas páginas no sólo exigen un lector, sino que hasta llegan a extenderle una mano a éste cuando no directamente lo inventan. (...)»

Se escreves para um único leitor que seja, estás a criar um leitor que não cessa de te acompanhar e, assim, nunca desapareces verdadeiramente.

Com este livro, tomei consciência da minha inclinação para desaparecer. E descubro que, quanto mais a A. existe, mais simples se torna para mim conseguir desaparecer.


(p.262)
«Me gusta escribir por el mero hecho de escribir. Al igual que Walser, desconfío de que pueda comunicarse la angustia, encuentro a veces insuficientes y superficiales las palabras, aunque quizás sirvan precisamente para ocultar la angustia. Me gusta escribir por escribir, del mismo modo que hay viajeros que no viajan en busca de países remotos y de alicientes externos sino por el placer intrínseco del viaje.»

«(...) su más esencial principio poético y ético, ese principio walseriano según el cual todo acontecimiento, por muy cotidiano y banal que pueda parecer, merece ser tema para la poesía.»


(p.263)
«(...) Ya estaba en esos días Walser, en la Spiegelgasse, tratando de no pensar, de no angustiarse, de ocultarse a través de frases, tras las que escondía su visión del mundo, un mundo al que yo creo que ya entonces, secretamente, él veía como un amor hundido.»


(p.275)
«"(...) Pero nadie te quiere, y eso también es verdad. Y, lo que es peor, la cosa no tiene remedio. Aunque te volvieras un hombre entrañable, alguien siempre preocupado por los otros, desprendido y amable hasta el infinito, simpático y no problemático, tampoco así te amarían. Estamos solos, cada uno consigo mismo y con su muerte propia y su vida solitaria y desastrosa, estamos muy solos todos. Pero te diré algo que quizás te consuele. La soledad es el afrodisíaco del espíritu, como la conversación lo es de la inteligencia."»


(p.281)
«(...) la alegría del viajero y ensayista inglés William Hazlitt siempre que, tras una caminata, llegaba a alguna posada en la que era un perfecto desconocido. Para Hazlitt, ir de incógnito era muy excitante: "Sentirme señor de mí mismo, sin la carga de un nombre."»

E eu nos campos de trabalho voluntário dos Companheiros Construtores...

Enrique Vila-Matas, "Doutor Pasavento", Editorial Teorema, 2005 (I)

Nota prévia: A edição portuguesa deste livro (que não é nada barato - 25,50€, com 10% de desconto -, apesar da tradução ter tido o «apoio da Direcção-Geral do Livro, Arquivos e Bibliotecas do Ministério da Cultura de Espanha») é o livro mais terrivelmente traduzido e revisto que eu me lembro de ter lido nos últimos anos: palavras não traduzidas (a mesma palavra num sítio não, noutro já sim), palavras (e até frases) a menos, palavras "traduzidas" de forma profundamente errada (que inclui até mudanças sem sentido da conjugação dos verbos), erros de ortografia, gralhas sem fim, etc., etc. Uma autêntica galeria de horrores! Por isso, tendo gostado muito do livro e por respeito ao autor, pus as citações na língua original, embora com as páginas da edição portuguesa.

(p.32)
«(...) ¿Y yo a quién me parezco? Pues seguramente tengo algo de equilibrista que, en una alameda del fin del mundo, está paseando por la línea del abismo. Y creo que me muevo como un explorador que avanza en el vacío. No sé, trabajo en tinieblas y todo es misterioso. Sólo sé que me fascina escribir sobre el misterio de que exista el misterio de la existencia del mundo, porque adoro la aventura que hay en todo texto que uno pone en marcha, porque adoro el abismo, el misterio mismo, y adoro, además, esa línea de sombra que, al cruzarla, va a parar al territorio de lo desconocido, un espacio en el que de pronto todo nos resulta muy extraño, sobre todo cuando vemos que, como si estuviéramos en el estadio infantil del lenguaje, nos toca volver a aprenderlo todo, aunque con la diferencia de que, de niños, todo nos parecía que podíamos estudiarlo y entenderlo, mientras que en la edad de la línea de sombra vemos que el bosque de nuestras dudas no se aclarará nunca y que, además, lo que a partir de entonces vamos a encontrar sólo serán sombras y tiniebla y muchas preguntas.
(...)
Yo soy amigo de la tenebrosa línea de sombra de estos años de ahora en los que todo por fin se nos ha vuelto incomprensible y, cuando nos hablan del mundo, no sabemos ya de qué se trata y sentimos que precisamente todo eso podría ser el comienzo de algo que podría tenernos muy entretenidos, tal vez obsesionados, por un largo periodo de tiempo, aunque, eso sí, siempre con nosotros estupefactos, sin entender nada, sin saber de qué trata todo este maldito embrollo de la vida, la muerte y otras zarandajas, sin una sola idea válida para comprender el mundo, y ya no digamos para comprender Siria.»


(p.62)
«Tal vez ya sea hora de que me mueva de una forma diferente de la de los últimos días, tal vez ya llegó la hora de que me mueva indistintamente entre el confinamiento y el vagabundeo, aunque cuanto más llevo encerrado aquí, más libre me siento, pero precisamente por eso, porque la libertad tiene su veneno, creo que necesito la confusión y el extravío que pueden llegarme de la prisión en la que se me convierte el mundo cuando vagabundeo.»


(p.74)
«Y, además, no tenía por qué dejarme ver demasiado. Me encerraría en un cuarto de hotel, con mi identidad convertida en un hueco vacío. Y en ese cuarto, por ocupar mi tiempo en algo (los días son muy largos) y a la espera de ver si yo era o no buscado, me pondría a escribir con cierta minuciosidad —con la lentitud que da el lápiz y sintiendo que éste me acerca más que una pluma a la idea de eclipse— la historia de mi viaje a Sevilla, la historia de mi desaparición. Por ocupar mi tiempo en algo, he dicho. Pero sobre todo porque escribir constituye mi única posibilidad de existencia interior.»


(p.106)
«(...) unas declaraciones del cineasta Godard en las que decía que le gustaba entrar en las salas de cine sin saber a qué hora había empezado la película, entrar al azar en cualquier secuencia, y marcharse antes de que la película hubiera terminado. Seguramente Godard no creía en los argumentos. Y posiblemente tenía razón. No estaba nada claro que cualquier fragmento de nuestra vida fuera precisamente una historia cerrada, con un argumento, con principio y con final.
El punto y aparte era algo intrínseco a la literatura, pero no a la novela de nuestra vida. A él le parecía que cuando escribimos, forzamos el destino hacia unos objetivos determinados. «La literatura», me dijo, «consiste en dar a la trama de la vida una lógica que no tiene. A mí me parece que la vida no tiene trama, se la ponemos nosotros, que inventamos la literatura.» Pensé que seguramente estaba muy de acuerdo con él y con sus sensatas palabras. (...) El viaje, por poner ahora un ejemplo casi evidente, resultó ser en la antigüedad la trama ideal, porque descubrieron que si algo tenía un comienzo y un final, ese algo era el viaje. Entonces no se sabía todavía lo que era contar una historia, pero sí perfectamente qué era un viaje. Los viajes tenían un comienzo y un final. Eso ponía un orden a las cosas si uno quería contar una historia y acotarla de forma que empezara y terminara. Por eso seguramente la Odisea, con su recuento de un viaje, es una de las primeras historias que se contaron. Hoy sabemos que cualquier persona que sale de viaje puede repetir la experiencia de Ulises, salvo que haya decidido no regresar nunca a casa. En el momento de salir el avión, siempre se pone en marcha una historia que tendrá un final al regresar a casa, salvo que hayamos entrado en esa fuga sin fin de la que hablaba Roth. Pero, ahora bien, ¿en qué momento realmente empezó esa historia? ¿Fue al facturar la maleta o cuando paramos un taxi para ir al aeropuerto o cuando la azafata nos sonrió al darnos los periódicos o cuando, diez años antes, comenzamos a soñar en ese viaje o bien cuando nos dormimos durante el vuelo y soñamos que no volábamos?
(...) dado que la vida es un tejido continuo y dado que cualquier principio es arbitrario, una narración puede empezar en un momento cualquiera, por la mitad de un diálogo, por ejemplo. (...) Y es curioso porque entramos en algo que no sabemos cómo ha empezado y que, sin embargo, entendemos inmediatamente, aunque al mismo tiempo no podemos decir que lo entendamos demasiado, ya no sólo porque no entendemos nada del mundo, sino porque, además, tenemos la impresión de habernos adentrado en una película de la que nos faltan las primeras secuencias o, si se prefiere, de habernos adentrado en un libro del que nos faltaría la primera página.»


(p.138)
«(...) El relato de Svevo, una amarga fábula con el mito de Fausto de fondo, ya lo conocía yo. Es la historia de un anciano —un viejo salvaje podríamos llamarlo— que está a punto de acostarse junto a su vieja esposa, que ya duerme y ronca. Mientras se desviste, piensa que es medianoche, la hora en la que podría presentársele Mefistófeles y proponerle el antiguo pacto, y piensa que estaría dispuesto a hacerlo y a cederle su alma, de no ser porque no se le ocurre qué pedirle a cambio: la juventud no, que es insensata y cruel, si bien la vejez es intolerable; tampoco la inmortalidad, porque la vida es insoportable, aunque tal conclusión no mitigue la angustia de la muerte. El anciano, entonces, se da cuenta de que no tiene nada que pedir al diablo y se imagina el embarazo del pobre Mefistófeles, representante de una empresa que no tiene nada atractivo que ofrecer. Al imaginarse al pobre Diablo rascándose la cabeza en el infierno, estalla en una carcajada, a la vez que entra en la cama, donde su mujer, medio desvelada por la risa, le murmura entre sueños: «Feliz tú que a esta hora de la noche tienes ganas de reír.» En este relato de Svevo, al igual que en el cuento del pueblo donde nevaba por primera vez, veía Morante la conclusión de que el dolor más intenso no era la infelicidad, sino la incapacidad de tender hacia la felicidad. Aquella carcajada del anciano, que en realidad ocultaba con ironía la desesperación de quien ya nada espera, era para Morante la última playa.»


(p.143)
«En el pasado rompí con más de un amigo precisamente porque me recordaba el pasado. Consciente de que mi personalidad juvenil había sido horrible, terminé con más de un amigo o amiga de aquella época para no sentirme ni un minuto más ligado a una realidad miserable de los días del ayer que tanto me horrorizaban. Ni una fotografía podía ni puedo soportar de aquellos tiempos. (...) Si de algo me he refugiado en París es de los embates de Morante, que de pronto en Nápoles, ante mis horrorizados ojos, se convirtió en el voceador de mi pasado, se convirtió en el más serio obstáculo para que yo fuera otro y pudiera cambiar de vida y obra, pudiera escribir sobre cómo iba poco a poco desapareciendo para luego, en el momento oportuno, intentar desaparecer del todo, lo más difícil de cuanto me proponía, pues no había que olvidar que si alguien de verdad quiere ir más allá de su obra, primero debe ir más allá de su vida y desaparecer, lo cual es ante todo muy poético, pero también muy arriesgado, que es lo que debe ser en el fondo la poesía o cualquier desaparición total y verdadera: puro riesgo.»


(p.149)
«(...) Nadie me buscaba y, además, no tenía a nadie en el mundo. O, mejor dicho, tenía a la soledad, tal vez la mejor acompañante. Recordé una canción que cantaba Serge Reggiani y que había yo escuchado mil veces en un bar francés del Bronx: «Je ne suis jamais seul avec ma solitude.» (...)»


(p.153)
«(...) Salió de mí entonces un torrente brutal de palabras. «Deje de hablar, si quiere que le escuche», me interrumpió.»


(p.189)
«(...) pero se planteó un problema que otras personas se plantean también al despertar. ¿Qué sería de cada uno de nosotros sin su memoria? La de cada uno es una memoria superflua, pensó, pero al mismo tiempo esencial. No es necesario, siguió pensando, que para ser quien soy tenga que recordar, por ejemplo, que he vivido en Barcelona, Nueva York, Malibú y Nápoles. Y, sin embargo, al mismo tiempo, yo tengo que sentir que no soy el que fui en esos lugares, que soy otro. Ése es el problema que nunca podremos resolver, el problema de la identidad cambiante.
Pensó todo esto y luego recordó a San Pablo que dijo que moría cada día y a Borges, que, comentando esa frase, dijo que no era en modo alguno una expresiónpatética: «La verdad es que morimos cada día y que nacemos cada día. Estamos continuamente naciendo y muriendo. Por eso el problema del tiempo nos toca más que los otros problemas metafísicos. Porque los otros son abstractos. El del tiempo es nuestro problema. ¿Quién soy yo? ¿Quién es cada uno de nosotros?»


(p.191)
«(...) ambos son seres totalmente incapacitados para encajar en el orden inmoral y político predominante, porque no poseen ninguna de las cualidades apreciadas por ese orden, y además ellos desean mantenerse aparte.(...)»


(p.192)
«(...) para el personaje de Walser lo importante es someterse lo suficiente como para apenas ser visto y así poder desaparecer diluyéndose por las grietas del orden establecido.»


(p.195)
«No me pareció que aquello pudiera ser tan sólo un azar. ¿Era puramente casual que llevara días obsesionado más que nunca con Walser y de repente en mi correo electrónico surgiera la posibilidad de acercarme a Herisau, mi Patagonia personal? No había aún terminado de leer aquel email de Yvette y ya era consciente de que se escondía allí una de aquellas señales que desde mi primera estancia en la rue Vaneau me mandaba el mundo exterior y que sentía yo que debía seguir ciegamente, aun cuando no supiera a ciencia cierta si me estaban dando la oportunidad de cambiar de vida o, por el contrario, sin contar conmigo, trataban de reforzar un destino con las cartas marcadas.»

quinta-feira, 27 de dezembro de 2018

Patrick Modiano, "No Café da Juventude Perdida", Edições ASA II, 2009

(p.88)
«(...) Hoje, apercebo-me de que não era apenas uma linha de conduta que ela procurava ao ler os fascículos verde-claros e a biograffia de Louise de Néant. Louki queria evadir-se, fugir cada vez para mais longe, romper de maneira brutal com a vida corrente, para respirar ao ar livre. E depois havia também o pânico, de vez em quando, perante a perspectiva de encontar os comparsas que ficaram para trás e que podem vir pedir contas. Tinha de se esconder para escapar a estes chantagistas à espera do dia em que estivesse definitivamente fora do seu alcance. Lá no alto, muito em cima. (...)»

Também este livro, tal como Doutor Pasavento de Enrique Vila-Matas, trata do anseio por desaparecer, por desligar-se de todas as amarras que nos prendem a alguém que já não somos nós, alguém que já não queremos ser.

Rui Nunes, "Grito", Relógio d'Água, 1998

(p.73)
«- Nenhuma palavra me diz. Todas me omitem.

É um deus pobre, uma voz que se eleva para a ausência de criação.»

Quando li esta passagem, vieram-me à ideia todos os diagnósticos feitos por psiquiatras e psicólogos a propósito das pessoas que procuram ajuda para o seu mal-estar mental.

Nenhum diagnóstico revela a pessoa como ela é, como ela sente a vida e o seu mundo, nada. Pelo contrário, o diagnóstico elimina a pessoa, redu-la a um rótulo, tapa-a com um tapume opaco. E torna o psiquiatra/psicólogo num "deus pobre".

sábado, 8 de dezembro de 2018

Rui Nunes & Helena Pereira de Melo, "Testamento Vital", Almedina, 2011

(p.36)
«(...) Note-se que a não atribuição de dignidade aos animais (e, portanto, de verdadeiros direitos), não implica a aceitação de práticas claramente condenáveis, desde logo quando esteja em causa infligir sofrimento desnecessário e brutal (por exemplo no âmbito da experimentação animal). De facto, o conceito de dignidade humana é compatível com uma ética animal (e mesmo ambiental) de cariz antropocêntrico, aceitando-se que simbolicamente o tratamento brutal dos animais põe em causa a nossa própria humanidade por revelar maus sentimentos, como seja a preferência por comportamentos violentos e degradantes. (...)»

Esat ideia de que aquilo que fazemos é o que acaba por nos definir parece-me útil em determinadas condições. Eu não posso considerar-me um ser sensível e compassivo se exulto com o espetáculo de uma tourada; porque o ato de exultar à custa do sofrimento desnecessário de um outro ser vivo e também sensível (não falo só do touro: tendemos a esquecer o stress que é para o cavalo ser obrigado a provocar o touro e os seus chifres) não me define como ser sensível e compassivo. Por outro lado, noutros domínios mais inócuos da vida, eu sei que o que faço nem sempre me define: porque eu sei que não sou perfeito, que cometo erros, que sou levado a comportar-me como não quero e de forma às vezes contrária à que eu acho correta.

Para mim, que sou contra as touradas, parece-me que pôr a discussão sobre a sua proibição como um conflito entre cultura (tese defendida pelos defensores das touradas) e civilização (a dos que pretendem acabar com elas) não pode dar bom resultado. Porque usar o argumento da civilização deixa implícito um insulto aos defensores da cultura tauromáquica. Estes, naturalmente, entricheiram-se numa defesa violenta da sua honra. E o bom resultado aqui é convencê-los, não sentirmo-nos moralmente superiores.
Eu proporia o uso de "humanidade", termo que apela para os sentidos de ser próprio do ser humano e de possuir uma visão bondosa e compassiva para com todos os seres vivos.


(p.38)
«(...) De facto, na visão kantiana "Seres racionais estão pois todos submetidos a esta lei que manda que cada um deles jamais se trate a si mesmo ou aos outros simplesmente como meios, mas sempre simultaneamente como fins em si... Mas um ser racional pertence ao reino dos fins como seu membro quando é nele em verdade legislador universal, estando porém também submetido a estas leis." Mais ainda refere Immanuel Kant (1995), "No reino dos fins tudo tem um preço ou uma dignidade. Quando uma coisa tem um preço, pode-se pôr em vez dela qualquer outra como equivalente; mas quando uma coisa está acima de todo o preço, e portanto não permite equivalente, então ela tem dignidade." (...)»
(Kant I: Fundamentação da Metafísica dos Costumes, Textos Filosóficos, Edições 70, Lisboa, 1995.

... Eu já vou começando a achar que um cão ou um gato estão acima de todo o preço... Obviamente que a um ser humano com deficiência mental e/ou física profundas não me passa pela cabeça atribuir-lhe um preço. Mas sei que a sociedade atual fá-lo ao nível da política económica e empresarial - o que terá de ser sempre considerado inaceitável, dado que será desta maneira que o risco de acabarmos  todos por ser tratados como coisas ou como meios aumentará exponencialmente.

Julian Barnes – O Papagaio de Flaubert

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