sexta-feira, 28 de dezembro de 2018

Enrique Vila-Matas, "Doutor Pasavento", Editorial Teorema, 2005 (III)

(p.284)
«Escribir para desaparecer, para ausentarse. Se ha acumulado en esta tierra patagona tanta belleza que hasta carece de sentido apreciarla. Pero, eso sí, a veces no puedo evitarlo y caigo rendido de admiración ante la bondad de cualquier cosa ínfima. Una brizna de hierba al atardecer, por ejemplo. O bien ante la belleza de algo descomunal. Una explanada verde y llana, con sus tres mil cabezas de ganado de color negro pastando diseminadas por ella, por ejemplo.
Desaparecer y ausentarse al escribir y escribir para ausentarse. (...)»

Depois de muito tempo ausente em casa, também quando saio me comovo, mais com o que vejo e com o que cheiro do que com o que oiço, saboreio ou sinto.


(p.303)
«(...) He anotado una de esas canciones, una canción que me intriga, porque no la entiendo ni la entenderé nunca, lo cual me satisface mucho, porque pueden haber cambiado, en los últimos meses, muchos aspectos de mi personalidad, pero sigo siendo el mismo que se quedaba maravillado ante algo que simplemente no entendía pero que le fascinaba, seguramente por eso, por no entenderlo: "Días de barro y sol / En la roca de Cantarel. / Su boca es de hiel / Entre hilos de Li Astol."»

A mim, fascina-me o que não entendo, mas que sinto que estou prestes a compreender.


(p.312)
«(...) Chéjov [Tchékhov]: "No hay manera de entender por qué Dios concede belleza, afabilidad, tristes y dulces ojos a personas débiles, desdichadas e inútiles, y por qué son tan atractivas."»


(p. 326)
«(...) Si lo pensamos bien —nos dice Philip Roth—, veremos que en todas sus novelas Kafka traza la siguiente crónica: alguien es educado para aceptar que todo aquello que le parece absolutamente injusto y fuera de lugar (además de ridículo y muy por debajo de su dignidad) es de hecho lo que realmente le está sucediendo. Dicho de otro modo, esto que está tan por debajo de nuestra dignidad resulta ser nuestro destino.»

... nomeadamente a velhice.


(p.330)
«Recuerdo que, mientras me dirigía hacia la casa —Humbol me esperaba a las cinco en punto y había exigido que la visita tuviera sólo una hora de duración—, iba preguntándome qué podía decirle yo al escritor consagrado en cuanto estuviera ante él, (...)»

Hipóteses minhas: Se pudesse falar(-me) de qualquer coisa, de que é que gostaria de falar?


«"(...), pero en realidad siempre quise ser escritor para explicar que, aunque no entendamos nada, la literatura le da sentido a todo."»

Por isso, em todos estes anos, desde os primeiros de solidão, eu não tenho parado de ler.


(p.340)
«Me dije que, pensaran lo que pensaran los demás, para mí se hacía cada vez más evidente que había en el mundo una red de coincidencias que no eran casualidades, sino que más bien llevaban a la sospecha de que en alguna parte había una relación que de cuando en cuando centelleaba entre un tejido ajado.»

Coincidências...


(p.341/2)
«(...)Y para que me fijara más en esto, me leyó, ya en plena calle, un pequeño fragmento
de Boye, hecho de fogonazos:
"Trato de dormir pero pienso en mis trajes, doblados en la maleta, que se estarán arrugando.
La cama se calienta. No muevo los pies para no arañar las sábanas pues eso es algo que me produce escalofríos.
Compruebo que la oreja sobre la que estoy apoyado esté bien extendida, que no esté doblada.
¡Las orejas separadas son tan feas!"
El doctor Humbol sonrió y, con cierta solemnidad irónica (sobre todo cuando me llamaba reiteradamente doctor Pynchon), pasó a recomendarme que no me olvidara de esa sublime forma de escribir a fogonazos. «Usted, doctor Pynchon, escritor de enigmática existencia, puede probar a hacer lo mismo», concluyó. Y luego, dándome la espalda, entró en la casa. Se oyó, bien sonoro, el portazo.»

Escrever por flashes? Parece interessante...


(p.354)
«SEGUNDA TENTATIVA SUICIDA
A veces pienso que, de no haber tenido el suficiente coraje para llevar a cabo mi deseo de desaparecer como escritor y romper con todo, siempre me habría quedado la consoladora posibilidad de llevar a cabo ese deseo escribiéndolo, siempre habría podido utilizar el poder que brinda la escritura de ficción para, aunque fuera sólo sobre el papel, convertirme en la persona que en la vida real no me atrevía a ser. Pero, por suerte, he tenido ese coraje y no ha sido necesario recurrir a la ficción. Yo creo que el coraje me lo ha dado mi propia timidez. Recuerdo ahora una frase de Walser en Jakob von Gunten: «La timidez nos vuelve siempre medio locos.»


(p.394)
«"Nuestro sentido del yo", me ha dicho entonces Ingravallo, "está formado por el inacabable monólogo, las conversaciones que mantenemos con nosotros mismos y que duran toda la vida." Se ha producido un largo silencio, yo tenía puestos mis ojos en los leños ardientes, y los de Ingravallo parecían situados en el mundo de lo invisible. "Y todo esto", le he dicho finalmente, "sucede en la más absoluta soledad. Porque es imposible, por ejemplo, saber lo que están pensando las otras personas. Del otro sólo podemos ver su exterior, y eso cuando lo podemos ver. Del otro sólo podemos escuchar sus palabras, pero no podemos ver los pensamientos, ¿verdad?" Otro largo silencio hasta que Ingravallo me ha dicho que, por muy lejos que uno se encuentre en un sentido físico (aunque esté en una isla desierta o encerrado en una celda solitaria), descubre que está habitado por otros. "Paradojas de la soledad. Cuanto más solos estamos, menos nos encontramos a nosotros mismos y en cambio encontramos al mundo", ha dicho. Y ha seguido una larga pausa.(...)»


(p.395)
«(...) Peter Handke llegó a la conclusión de que Bove era grande. "Y entiendo por grande saber ceder su lugar al otro", explicó en su momento Handke. De pronto, me he preguntado si no era ésta una de las mejores cualidades de Ingravallo. No ser visto le permite más que a nadie ceder el lugar al otro.»

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